MAMÁ.

Cuando te miro a la cara veo en tu rostro la confusión y la desorientación, la ancianidad te ha traído estas cosas, además de una falta de recuerdos que cada día que pasa es más profunda.

Cada mañana me preguntas por tu madre y por tu padre, personas de tu vida que fallecieron hace mucho, pero que para tí siguen vivas entre nosotros.

Otras mañanas ni tan siquiera me reconoces, y te muestras violenta y desafiante, pero sé que tú no eres esa personalidad, porque tú siempre has sido atenta, educada y amable con todos.

Mamá, quién te ha visto y quien te vé.

Antes siempre podías con todo, eras capaz de hacer tres y cuatro cosas a la vez, nunca desfallecías, te faltaban horas en el día para hacer todo lo que querías, y ahora mírate, la mayor parte del tiempo no sabes ni donde estás, ni a donde te llevamos, ni quienes somos.

Eres una persona acabada, destruída por la enfermedad, poco a poco te vas consumiendo, ya casi no existes, solo queda el envase que fuiste, un envase que poco a poco también está desapareciendo.

 

Posdata:

Parece de mentira que personas fuertes, inteligentes, capaces de dirigir sus vidas y las de todos los de su alrededor, con los años puedan perder todos los recuerdos y se queden sin capacidad para discernir, a merced de los vientos que soplen a su alrededor.

Cuando veo como acabaremos, me doy cuenta de lo poco que valoramos cuando somos jóvenes, las verdaderas cosas importantes en nuestras vidas, y la importancia que les damos a otras cosas, que un poco más adelante en nuestro futuro se muestran irrelevantes.

Muchas de nosotras/os llegaremos a viejas/os, nos atacarán todo tipo de dolencias, dolencias que nos incapacitarán para la toma de decisiones que otras/os tomarán por nosotros.

La mayoría de esas dolencias serán mentales, muchas/os acabaremos siendo muebles que otras/os moverán a nuestra conveniencia, o a la suya, y no nos enteraremos de nada, habremos dejado de existir aunque sigamos vivas.

 

              Salud para todos de vuestra amiga, Margot.