La Guerra, esa gran idiotez.
La luna se abría paso entre las nubes de una noche que sería mágica para Gabriela, Gabriela era una niña que dormía plácidamente soñando con lo Reyes Magos de Oriente que vendrían cargados de regalos para los niños.
Gabriela era una niña de esas de entre tantas miles que viven en campos de refugiados, vivía con sus padres y con sus dos hermanos en una tienda de lona, la Guerra los dejó sin casa y sin futuro.
Gabriela, había pedido a los a los Reyes Magos un regalo muy difícil de conseguir, les había pedido el fin de la Guerra y que todos vivieran en paz otra vez.
En la otra esquina del país un niño agonizaba, su padre, un General y Jefe de las fuerzas armadas que luchaban encarnizadamente contra su hermano y rival, para conseguir gobernar el país por el que luchaban los dos para quedarselo uno solo de ellos, sin importarles las consecuencias.
El General estaba postrado junto a la cama de su hijo enfermo, el niño se moría, el niño necesitaba ser operado inmediatamente para tener alguna posibilidad de vida, pero el médico capaz de realizar esa proeza era el hermano del General, un gran cirujano, era el que luchaba junto con su ejército en contra del General.
La esposa del General, la madre del niño, sabía que su marido nunca llamaría a su hermano para pedirle que ayudara a su hijo, así que envío para el hermano del General, a un mensajero con una carta explicándoselo todo y pidiéndole por favor que salvara a su hijo, que también era su sobrino.
Las horas pasaban sin noticias, la madre del niño enfermo lloraba desconsoladamente y rezando se encomendaba a su Dios.
De madrugada el General recibía una carta de su hermano, en ella le ofrecía una tregua de Navidad, para atender a los heridos, intercambiar prisioneros, y para que todos los niños pudieran salir a la calle libremente a jugar, además se ponía a su disposición como médico para atender a su familia.
El General llamó a su mujer y le enseño la carta que le había enviado su hermano, luego se reunió con sus Generales y les anunció que iba a aceptar una tregua de Navidad, que le había ofrecido su rival y hermano.
A todos los Generales les pareció bien la noticia, porque todos estaban hartos de la guerra.
En la otra esquina del país Gabriela se despertó sobresaltada, mejor, las personas del campo de refugiados la despertaron con sus gritos de alegría, se había decretado una tregua de un mes, un mes de paz, así que estaban todos como locos corriendo y saltando llenos de alegría y de felicidad.
Gabriela cogiendo un papel en blanco, se sentó en el suelo de su tienda para escribir una carta que decía así:
Queridos Reyes Magos de Oriente, se que estáis muy ocupados por estas fechas y como tenéis muchas cosas que hacer y poco tiempo para hacerlas, este año solo habéis podido traer la paz para mi pueblo durante un mes.
Por eso os pido ahora mi regalo de Navidad para el año que viene, así tendréis tiempo de sobra para conseguirlo completo.
"Os pido que se acabe la guerra para siempre, y que la paz en mi país dure todo el tiempo y no solo un mes"
Muchas, muchas gracias mis queridos Reyes Magos de Oriente, os mando muchos besos, mua,mua,mua y requetemua.
(Gabriela, la niña del campo de refugiados).
Saludos para todos de vuestra amiga, Margot.
0 comentarios