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Margot Matre

(VIDAS PARALELAS)

                Su única preocupación en la vida era vivir como un ricachón, a cualquier precio y por encima de todo, su avaricia no tenía límites. No se atenía a ninguna regla, lo mismo le daba tirar los desechos de su fábrica al rio, o enterrarlos en cualquier campo. Compraba casi todo sin pagar impuestos, y no declaraba la mayoría de sus ventas.

               

               Su empresa tenía tres contabilidades, a saber: La oficial. La que no declaraba al fisco. Y otra de un negocio, que consistía en deshacerse de cualquier residuo que le llegaba a sus manos de terceros, y que le rendía grandes ingresos que no declaraba, porque su actividad era ilegal.

                

               Cuando alguien le acusaba por su falta de escrúpulos, siempre utilizaba los mismos argumentos para defenderse de sus acusadores. El primero era: Que todo el mundo hacía lo mismo que él, y él no iba a ser el más tonto de la clase.

                

                El segundo de sus argumentos, giraba en torno a la supervivencia de su empresa, decía que para sobrevivir y no desaparecer, todo era lícito, estaba en juego la supervivencia de su fábrica, además siempre ponía por delante, a las familias de los trabajadores que de él dependían, que él alimentaba, y que eran de su responsabilidad, y claro si te ponen un argumento delante tan claro como la defensa de un montón de familias, parece que todo esté justificado, o eso parece.

              

                Un día nuestro "amigo", como todos los días hacía por las mañanas, al volver de dejar a sus hijas en el colegio, se dirigió a su cafetería favorita, para degustar sus deliciosos pinchos, bollos, y su extraordinario café.

                

                No llegó a entrar en el establecimiento, un coche que perdió el control, invadiendo la acera lo embistió de lleno mandándolo al hospital muy grave.

               

                Nuestro "amigo" quedó en silla de ruedas, no podía mover las piernas, el golpe le había destrozado la espalda, y no se podía hacer más por él.

               

                El conductor del coche iba borracho, era un delincuente que vivía al margen de la ley, no tenía carnet de conducir, el coche era robado. La única ley que entendía este delincuente, era hacer siempre su voluntad, solo existían él mismo, y su conveniencia, todo lo demás le importaba un pito, así como a quien perjudicasen sus actos.

 

 

(En esta vida hay muchas maneras de perjudicar a los demás, y todas ellas son ilícitas, da igual su argumentario, o quien lo haga).

                      

             Saludos para todos.

               

 

 

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