VETE TÙ A SABER QUÈ COSA.
A veces tenemos la sensaciòn de que todo en nuestras vidas esta equivocado, todo nos parece que està mal, que nuestras vidas estàn desarmonizadas, que nosotras y nosotros, somos un desastre.
Otras veces tenemos la sensaciòn contraria, nos parece que nuestras vidas estàn armonizadas, y que nosotras y nosotros somos la releche.
Sobre el agua del Lago se habìa posado al mediodìa un Pato, completamente blanco, venìa solo, y traìa mucha hambre. En el Lago habìa mucho alimento asì que enseguida se llenò el buche.
En el Lago convivìan otras razas de patos y por supuesto otras muchas aves. El Lago era muy grande y habìa sitio para todos.
Los habitantes del Lago, fueron a dar la bienvenida al Pato blanco.
El pato recièn llegado, era el doble de grande que un pato comùn. Blanco como la nieve recièn caida, un ave joven y agraciado, se le veìa pletòrico, en lo mejor de su vida, y èl lo sabìa, sabìa de su atractivo, de ser distinto a los demàs, y tambièn por eso en general los demàs patos lo trataban con deferencia, y con cierta envidia por ser tan grande, guapo y apuesto.
Muchas aves fueron a saludarle, le preguntaban de donde era, a donde iba, si se quedarìa allì con ellos, si venìa solo, etcètera.
El Pato blanco se abrumò ante tanta pregunta, asì que dando media vuelta, se marchò remando con sus patas, a surcar con su natural elegancia las aguas del Lago, dejàndolos a todos con la palabra en la boca.
El Pato navegaba muy feliz por encima del agua clara y cristalina del Lago, miraba todo como si èl fuese el Amo del lugar, como si todo aquello fuese suyo, disfrutando de aquel paraje maravilloso, como nadie antes lo habìa hecho jamàs, y pensando que èl era el ùnico en su especie, ademàs del màs guapo y el màs apuesto del lugar.
Asì pasaron los dìas y las semanas en el Lago, nuestro pato cada dìa era màs feliz, y màs altivo, trataba con dejadez a los que se atrevìan a acercarse, raramente se mezclaba con los demàs, y se creìa mejor, solo porque era distinto.
Una noche, hubo una grandìsima tormenta, entre lluvia, viento y oscuridad, unos cientos de aves migratorias, que sobrevolaban la zona en direcciòn al Sur, se vieron obligadas a interrumpir su viaje y refugiarse en el Lago, el mal tiempo que reinaba esa noche en el cielo les impedìa seguir con su vuelo.
A la mañana siguiente la tormenta habìa desaparecido, habìa dejado en su lugar un dìa radiante, sin nubes, con un cielo azul maravilloso, y con un Sol luciendo en todo su esplendor.
Los habitantes del Lago despertaron sobresaltados esa mañana, un blanco cegador lo coloreaba todo.
El Lago habìa sido ocupado por cientos de aves blancas, que habìan amerizado esa noche en el agua, obligadas por la tormenta.
Eran Garzas blancas. Las Garzas blancas son aves muy bellas, de gran tamaño y de un plumaje y un porte extraordinario. La algarabìa en el Lago era caòtica, y ensordecedora, las Garzas blancas lo inundaban todo.
Nuestro Pato blanco estaba denodado, era la primera vez en toda su vida que veìa Garzas blancas, se sentìa pequeño e insignificante, ademàs las Garzas pasaban por encima de èl sin miramientos, ignoràndolo, como si no existiera.
Las Garzas descansaron unos dìas en el Lago, y cuando lo creyeron màs oportuno, salieron volando hacia su destino.
Del Pato blanco nunca se volviò a saber. Dicen que despues de ver a las Garzas se sintiò tan poca cosa que tambièn saliò volando, era incapaz de volver a mirar a los ojos a ningùn habitante del Lago.
Y volviendo al principio:
Muchas veces en nuestras vidas, nos veremos superiores a los demàs, y otras por el contrario, nos veremos inferiores a los demàs. Pero al final todo dependerà de lo que pensemos nosotras, y nosotros... Solo de eso.
Y por supuesto que nuestras vidas seràn màs o menos armoniosas, dependiendo de la lente que utilicemos para vernos. Porque con respecto a los demàs seguiremos siendo Patos, Garzas, o vete tù a saber què otra cosa.
Salud para todas y todos, vuestra amiga, Margot.
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