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Margot Matre

Algunas personas son la Leche.

La fidelidad, el compromiso y la ayuda desinteresada es lo mejor que tenemos las personas, algo grande que se ofrece generalmente de boquilla porque a la hora de la verdad nada de nada, y es que en eso de prometer la mayoría somos unos artistas, y aunque pensamos sinceramente en cumplir lo prometido, cuando llega el momento de cumplir con lo dicho, nos buscamos cualquier excusa verdadera o falsa para no cumplir lo prometido.

En la naturaleza de la raza humana existe una consigna que està grabada a fuego en nuestro A.D.N. Se trata de nuestra supervivencia, esta consigna hace que en caso de peligro extremo busquemos la salida de emergencia sin mirar por donde pasamos o a quièn pisamos, por supuesto que existen especìmenes raros en nuestra especie, esos especìmenes raros son capaces de valorar el peligro lo mismo que los demàs, pero en vez de pensar en su supervivencia piensan en la supervivencia de los demàs, anteponiendo la vida de los otros antes que la suya propia.

Esta variedad de personas son las que me interesan en estos momentos y de las que me apetece hablar ahora.

En el Circo todo era fiesta y alegrìa, los niños cantaban y reìan con los payasos, se lo estaban pasando en grande y sus familiares mucho màs mirando sus caras de felicidad, luego llegaron los trapecistas, los funambulistas, etc. la Orquesta deleitaba a todos, chicos y grandes, y con su mùsica alegre llenaban los espacios en blanco, mientras los demàs componentes del Circo se afanaban en bambalinas y en la pista para que la funciòn siguiera su curso, (todos juntos y formando un gran equipo para cumplir todos los dìas con los horarios previstos).

Pero en el Circo esa tarde llegò la tragedia, un poste que sujetaba un lateral se inclinò tirando de la lona de su lado, y por inercia una gran parte del techo de ese lado se venciò cayendo encima de los asistentes al Circo que ese dìa estaba lleno a rebosar. El toldo y sus enseres cayeron encima de las gradas que estaban ocupadas por abuelos, padres, y niños de todas las edades, algunos muy pequeños.

El caos se desatò, aquello era un sàlvese el que pueda, las escenas de terror aparecieron rápidamente, las personas que pudieron salieron en estampida, algunos se preocupaban de salir con sus familiares y otros no, la mayorìa de personas que asistìan a la funciòn se pusieron a salvo, eso si, sin preocuparse de a quièn pisaban o quièn a dejaban atràs.

Mientras la mayorìa de personas solo pensaban en ponerse a salvo, hubo un colectivo que todos a una y sin preocuparse por su integridad fìsica (nadie sabìa si el resto del techo que quedaba en piè aguantarìa, o se vendrìa abajo arrastrado por el techado de lona que ya se habìa caìdo), ayudaron sin dudarlo, estos fueron los trabajadores del Circo.

Los gritos y los lloros de los niños se mezclaban con los gritos y los lloros de los mayores, aquello era un drama. Habia personas heridas y aprisionadas pidiendo ayuda con gritos aterradores, eran gritos de dolor, de sufrimiento y de miedo, eran gritos que de solo oìrlos te desgarraban el alma.

Y de pronto allì estaban, eran los trabajadores del Circo que apareciendo de la nada y como en un ejèrcito bien organizado, ayudaban sin descanso y sin preocuparse por su seguridad, a las personas que allì estaban atrapadas.

Pero esto no acaba aquì porque un grupo de màs de 15 personas que habìan salido huyendo de la tragedia, y una vez habiendo puesto a sus familiares a salvo, volvieron a entrar en el recinto jugàndose la vida, para ayudar a los que estaban allì atrapados.

                                                    Fin.

 

Posdata: Las personas no somos todas iguales (menos mal) y nadie sabemos  de que pasta estamos hechas hasta que no nos visita la fatalidad, yo me consuelo pensando, que siempre habrà personas que en momentos de necesidad pensaràn antes que en ellos... en todos los demàs.

 

                   Salud para todas y todos, Margarita.

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