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Margot Matre

PON UN DESFIBRILADOR EN TU VIDA.

Los nombres de las personas de esta historia puede que sean invenciòn propia, pero la Historia pudiera ser real.

Antonio, esperaba en la Estaciòn de Autobuses, sentado en un banco junto a la caseta donde se expedìan los billetes de autobùs, sin prisa, con tranquilidad, y en esas estaba, abstraìdo totalmente con sus pensamientos, cuando de pronto un golpe espantoso lo sacò de sus pensamientos devolvièndolo a la realidad, un autobùs subièndose a la acera habìa chocado contra la pared de la caseta expendedora de billetes, pasàndo a escasos centímetros de donde èl se encontraba sentado.

Del susto, a nuestro protagonista Antonio, se le parò el corazòn y cayò fulminado.

Entre el follòn por el choque que se produjo en el interior del autobùs que iba cargado de pasajeros, y el caos exterior que se desatò entre las personas que esperaban para embarcar, los familiares que esperaban la llegada de sus seres queridos, y los usuarios que se encontraban delante de la caseta expendedora, nadie se percatò de la tragedia por la que estaba pasando Antonio.

Bueno, nadie no, hubo una persona que sì se percatò de la existencia de Antonio, esta persona fuè Javier, el conductor del autobùs.

Javier llegaba como todos los dìas a la Estaciòn de Autobuses y se disponìa a aparcar su autobùs, un pasajero les habìa dado un pèsimo viaje con su mal comportamiento, a èl y a su compañero Pedro, tambièn conductor.

Cuando Javier se disponìa para entrar en el aparcamiento, su compañero Pedro estaba manteniendo una discusiòn con el pasajero dìscolo, porque èste pretendìa bajarse antes de tiempo, el caso es que en el forcejeo, Pedro y el pasajero calleron encima de Javier, y èste sin querer acelerò el autobùs subièndose en la acera, y yendo a chocar contra la caseta expendedora de billetes.

Cuando Javier llegò al aparcamiento de la Estaciòn de autobuses, ya viò, y lo tenìa controlado, a un señor que estaba sentado en un banco cerca de su aparcamiento, ese señor era Antonio, por eso su primer impulso despuès del accidente fuè ir a buscarlo, porque temìa haberlo atropellado.

Javier bajò del autobùs buscando a Antonio, y lo encontrò tirado en el suelo de la acera, al verlo inconsciente y sin pulso, ràpidamente volviò al autobùs, y en medio del pànico allì desatado, cogiò el desfibrilador y saliò con èl para usarlo con Antonio.

Javier, aparte de conductor de autobuses habìa sido en otra època conductor de ambulancias, y conocìa perfectamente el uso del desfibrilador, asì que no tuvo ninguna dificultad en usarlo con Antonio.

El desfibrilador hizo su efecto milagroso y devolviò a la vida a Antonio.

Javier de rodillas en el suelo, sujetaba la cabeza de Antonio entre sus manos, mientras, unas làgrimas de alegrìa y de emociòn le recorrian las mejillas. Antonio confuso miraba agradecido a Javier.

 

Nota: Esta historia con final feliz se la debemos en primer lugar a la suerte. Despuès a la Compañìa de Autobuses que contaba con un desfibrilador en el vehìculo. Y por supuesto al conductor Javier, que demostrò su gran amor por los demàs.

 

 

                  Salud para todas y todos de vuestra amiga, Margot.

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